“Somos como una gran familia”

Los profesionales de Real de Navalmoral aprenden cada día de la experiencia y vivencias de los mayores del centro

Tras más de quince años en funcionamiento, la Residencia Real de Navalmoral continúa demostrando día a día, cercanía y familiaridad para con sus mayores. Su gerente, Víctor Rodrigo Paino ha hablado con Guía de Navalmoral para abrirnos una vez más las puertas de esta Residencia, donde los mayores son siempre los protagonistas.

¿Qué actividades asistenciales ofrece Real de Navalmoral?

Esta residencia cuenta con 151 plazas, de las que 90 son plazas autorizadas para asistidos y el resto es para gente más válida. Hace tres años ampliamos el centro para poder también mejorar nuestros servicios. Unos servicios completos, ya que tocamos todos los palos, como estimulación sensorial, rehabilitación, terapias cognitivas, fisioterapia… Además contamos con una animadora sociocultural ya que es importante desarrollar actividades para todos, residentes más y menos válidos, que están aquí, en su casa, y no puede haber tiempo para el aburrimiento. Todo esto se puede llevar a cabo gracias al gran equipo de profesionales con el que contamos; un total de 55 personas, la mayor parte de ellos de atención directa con los mayores.

¿Qué inculcáis a vuestros trabajadores?

Desde siempre, los fundadores del centro, Santiago Soto y Blanca Paino lo que han inculcado es el amor por la gente mayor. Esto no es una profesión refugio, sino algo que te tiene que gustar por encima de todo. Tanto Blanca como Santiago han luchado desde siempre por acabar con la antigua idea de asilo, de sitio donde se “abandonaba” al mayor. Aquí, la persona mayor está bien atendida, se siente a gusto y esto lo transmite fuera. 

¿Cómo son las relaciones con los familiares?

De transparencia absoluta y comunicación continuada. Las familias dan un paso duro, ya que como hijos o hermanos, pueden pensar que están abandonando, que no cumplen con su deber, se preguntan si estarán haciendo lo correcto. Todo esto se olvida y se sienten bien cuando estos familiares se dan cuenta de que sus padres, sus hermanos están bien atendidos, bien medicados, que su estado de salud mejora, que están felices, porque consideran el centro su casa.

¿Os caracterizáis por organizar múltiples actividades de puertas abiertas?

Estas actividades nos sirven muchas veces para alejar el concepto de centro médico, de centro hospitalario. Además en ellos participan todos los residentes, desde su montaje hasta el colofón final con la celebración del acto propiamente dicho. De hecho, acuden a estos eventos mucha gente del pueblo y de otras localidades de la zona, familiares y amigos de los que aquí están residiendo. Y también sin duda, sirve como terapia para los mayores.

¿Qué aporta trabajar con gente mayor?

Es una sensación de bienestar cuando ves que el mayor está bien atendido, cuando su propia mirada te transmite que está a gusto, que siente este centro como su hogar. Tan grande es la vinculación que se crea entre residente y profesional que llegan luego momentos más duros, cuando por ley de vida, uno de nuestros mayores fallece. Esos momentos son durísimos. Somos como una gran familia. Ellos te enseñan a diario, de cada uno puedes entresacar una enseñanza. No me canso de escucharles y su experiencia, sus vivencias te ayudan en tu propia vida, te ayudan a formarte como persona.