"A pesar de haber nacido en mayo, no fue un camino de rosas"
Rufino, una marca morala con auténtico sabor a lo nuestro
Con apenas 11 años dio sus primeros pasos en el oficio ayudando a sus padres que regentaban una carnicería en El Gordo. Además, algunas familias de la zona, ya llamaban a Rufino Igual, el conocido charcutero, para que les ayudase a hacer la matanza. Con 15 años se trasladó a Madrid, donde pasó varios años hasta que hizo el servicio militar, después volvió a El Gordo y cuando tenía 21 años llegó a Navalmoral y cogió un puesto en la antigua Plaza de Abastos.
Corría el año 1971 y Rufino, como él mismo reconoce, comenzó vendiendo apenas “cuatro morcillas, chorizo, tocino y poco más”. Arrendó el puesto a otro propietario, no al ayuntamiento, por el que pagaba “diez pesetas diarias” e incluso abría su puesto los domingos.

Poco a poco empezó a arrancar pese a la feroz competencia que tenía de los dos mataderos existentes en aquella época en la zona: el de Almaraz y el de los castellanos (algún agorero le dio a su puesto “tres meses de vida”). Sin embargo, al poco tiempo de instalarse en la Plaza de Abastos, Rufino se vio obligado a abrir su puesto también por la tarde para despachar lo que no le daba tiempo por la mañana. En 1984, Rufino decidió fijar su residencia en Navalmoral porque hasta entonces iba y venía todos los días desde El Gordo en su coche. Sin embargo, los trayectos de ida y vuelta eran bien empleados, pues Rufino se llevaba el coche lleno de jamones frescos y los curaba en El Gordo durante los meses de noviembre, diciembre y enero para después volver a venderlos; ya por aquella época, “curaba unos 1.000 jamones al año”.
En 1995, con motivo de la reforma de la Plaza de Abastos, el ayuntamiento le dio la opción de trasladarse a un local, aunque él prefirió abrir su actual establecimiento ubicado en la Avenida de la Constitución. En un primer momento, este local iba a ser provisional hasta que finalizara la reforma de la Plaza de Abastos. Sin embargo, cuando las obras terminaron, Rufino decidió mantener su actual local y compaginarlo con el puesto de la Plaza de Abastos, que pasó a ser regentado por su hijo, de nombre también Rufino.
Diez años más tarde, en 2005, el puesto de Rufino se quedó sólo en la Plaza de Abastos al jubilarse Ricardo Sánchez, el último “vecino” de Rufino que quedaba en la Plaza. No obstante, el puesto del conocido charcutero aguantó en la Plaza de Abastos hasta sus últimos días, cuando el antiguo mercado bajó la verja definitivamente para dejar su sitio al Teatro del Mercado. “Si la Plaza de Abastos no se hubiera cerrado, aún seguiríamos allí”, explica Rufino con cierto aire de nostalgia.
A sus 66 años, Rufino todavía sigue en activo, en su local de Avenida Constitución, que regenta en compañía de sus hijos que han seguido el mismo camino que su padre. Tras casi 45 de trayectoria, charcutería Rufino se ha convertido en un referente y en una de las marcas estrellas de Navalmoral, siendo un paso casi obligado para los turistas que visitan nuestra localidad y alrededores. Sin embargo, como el propio Rufino, reconoce, “a pesar de haber nacido en mayo, no fue un camino de rosas”.
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